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El deporte debe volver a apropiarse de su dignidad e identidad
El automovilismo y el fútbol, cuando yo era niña, me ofrecían grandes emociones, no sólo la alegría que se siente al practicarlos, en particular el fútbol, no sólo los puntos de referencia bien determinados en las figuras de los entrenadores, de los dirigentes, hombres concretos, coherentes, honestos, no sólo… porque, quizás, alguien no lo entenderá, pero para mi estas dos disciplinas deportivas eran sobre todo poesía….
¿Cuándo el deporte logra hacer nacer en ti el deseo di ir más allá de los límites espacio – tiempo?
¿Cuándo puedes percibir en el perfume de la hierba de la cancha, en una pista coronada por las “verdes demoras”, elementos que liberan tu alma de todos estos pesos que son la vanagloria, el interés y el prevaricato?
¿Cuándo comienzas a sentir una gran serenidad al sentarte y admirar por mucho tiempo una parte de la pista de un autódromo o de una cancha?
Todo esto ocurre si en la actividad deportiva logras encontrar la transparencia y en los deportistas y en los espectadores la sabiduría del corazón.
Grandes enemigos del deporte, además de los problemas ya conocidos, son la aridez, una especie de automatismo, sobre todo los campeones, ya sean hombres o mujeres, parecen robotizados, incapaces de expresar esa gran humanidad, que nos podían ofrecer campeones como Bartali y Senna, dotados de un gran talento pero también de un gran corazón. Quizás Sena fue uno de los últimos deportistas poetas, espero que nazcan otros, pero, por el momento no logro verlos.
Él decía que manejando un auto de Fórmula 1 lograba expresarse completamente. “Para mi manejar es reír, llorar, rezar,… es poesía”.
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Actualmente en el ánimo de algún dirigente, de algún deportista, de algún futbolista, de algún espectador ¿es posible que nazca espontáneo el deseo de volar libres junto a los versos de una poesía? No creo que sea posible, no porque ninguno de ellos sea capaz de conducir su pensamiento más allá de la locura del caos que genera cada día una manifestación deportiva, sobre todo un partido de fútbol, pero nadie logra liberarse de los inmensos pesos que obligan a permanecer en la jaula de los voces grandilocuentes, de los engaños, de la prepotencia, de lo absurdo. Peor a pesar de ello no es tan difícil salir de las jaulas, en lugar de afligirse por aparecer o no en las fiestas más importantes, se puede tratar de gastas sus energías en una forma por cierto más útil: volver a dar dignidad al deporte. Quisiera dar un consejo a los dirigentes del automovilismo deportivo, y sobre todo a los de las sociedades futbolísticas: observen bien a quienes se enfrentan con las montañas más empinadas y tomen el ejemplo de la humildad, de la tenacidad, de la lealtad de los alpinistas…. |
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Probablemente enfrentar una pared enriquece el alma mucho más de lo que lo puede hacer una patada dada a una pelota. Esperamos que por lo menos el alpinismo logre a mantener su identidad.
Cierro este escrito proponiendo la frase el comienzo con una breve reflexión: cuando era niña el automovilismo y el fútbol me ofrecían grandes emociones… ¿y ahora? Si bien deseo que el espíritu deportivo sea tenido cada vez más en cuenta, el automovilismo deportivo sigue dándome las mismas grandes emociones. El fútbol, siendo otra árida industria, que cada semana presenta su producto más o menos auténtico, expresa una gran nostalgia de un pasado más digno, por el juego lindo, por las ideas, por los partidos más espectaculares y más reales, que podían entusiasmar, encienden de todos modos, una esperanza, que es casi una certeza: el futuro será volver a apropiarse de las buenas cualidades del pasado. Por el momento los reales deportistas no pueden sentir emociones… En casi todos los estadios hay una espesa neblina, en dichas condiciones, no se logra ver bien los partidos.
Daniela ASARO
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